Un equipo de periodistas de EE.UU. y el Reino Unido han documentado las consecuencias medioambientales de varios proyectos energéticos impulsados por la Administración Obama.
A primera vista nada conecta una zona de la India asolada por aguas tóxicas, una amenaza de contaminación ambiental en Sudáfrica y un desarrollo descontrolado de la hidrofracturación en Australia. Pero sí hay un nexo: el Eximbank de los EE.UU. ha gastado casi 34.000 millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses durante la Administración Obama, informa el diario británico 'The Guardian'.
El Eximbank (Export-Import Bank) es una agencia de créditos para exportaciones del Gobierno estadounidense: la entidad financia y asegura la adquisición de bienes estadounidenses en el extranjero por clientes que no pueden aceptar riesgo de crédito. El Eximbank no compite con la banca privada, sino que propicia transacciones que, de otra forma, no se producirían.
En un trabajo conjunto, periodistas de la Universidad de Columbia y de 'The Guardian' han investigado los estragos que han causado algunos de los 70 proyectos energéticos que ha apoyado la Administración de Obama alrededor del mundo. Estas infraestructuras son una de las notas discordantes del legado de un presidente que se preocupó, al menos en teoría, por el cambio climático.
Mientras que Obama afirma que EE.UU. es líder en la lucha contra el cambio climático, paradójicamente es también uno de los grandes promotores de los combustibles fósiles, que tienen un grave impacto en las vidas de la gente. Así lo demuestran los testimonios recogidos por los reporteros que han estado en India, Sudáfrica y Australia y han visto la enfermedad y los daños medioambientales que han dejado estas supuestas mejoras.
India: La faraónica central eléctrica de Sasan en Singrauli
Sasan es un ambicioso proyecto de la empresa india de energía Reliance Power. La central está radicada en la región de Singrauli –rica en carbón– y consume grandes cantidades de este mineral de una mina cercana para iluminar las casas de casi 300 millones de personas en el país. Desde que empezó a operar en 2012, ha habido varios casos de incumplimiento de las normativas de salud, seguridad y respeto al medio ambiente.
Reuters
El proyecto Sansan fue rechazado en un primer momento por el Eximbank por las altas emisiones de dióxido de carbono. La compañía india Reliance prometió compensarlas 26,4 millones de toneladas de dióxido de carbono emitido con inversiones en proyectos de energías renovables. El banco estadounidense accedió, sin embargo, durante los últimos cinco años a las preocupaciones de los activistas y los habitantes han aumentado.
Ramakali, una mujer india de 30 años, asegura que "el agua sabe rara" y que lleva "sufriendo fuertes dolores de estómago desde que tiran residuos a las aguas subterráneas". Dos órganos administrativos constataron que los desperdicios mineros de Sasan estaban fluyendo hacia los bosques y granjas cercanas y que la compañía no había cumplido con su obligación de restaurar el espacio verde perdido durante la construcción de la central.
El Tribunal Verde Nacional, órgano que tiene competencia sobre casos medioambientales en la India, publicó un informe que mostraba que el agua subterránea cercana a la central eléctrica presentaba altos niveles de mercurio. En el informe no se identifica a Sasan como origen de la contaminación, pero los expertos están seguros de que la polución está ligada a esta y a las otras centrales eléctricas de la región.
Australia: Plantas de gas natural líquido en Queensland
A la pequeña isla de Curtis, en la que tan solo viven 30 personas de forma permanente, han llegado tres nuevos vecinos: tres grandes plantas de licuación de gas natural. Y hay una cuarta en camino. Cuando se complete la obra, Australia será el mayor exportador de gas natural licuado por delante de Catar.
Dos de las tres plantas recibieron un préstamo de 4.700 millones de dólares del Eximbank. Cuando estén operativas producirán 11,3 millones de toneladas de dióxido de carbono al día. Además, cuando se queme la producción de estas plantas (17,5 millones de toneladas de gas natural líquido) se expulsarán unos 50 millones de toneladas de dióxido de carbono, el equivalente a las emisiones anuales de Suecia.
Tim Wimborne Reuters
Para conseguir que los barcos puedan atracar y cargar el gas líquido, el Gobierno de Queensland realizó una inmensa excavación en el puerto. Se dragaron 25 millones de metros cúbicos de tierra y el Ejecutivo australiano dio permiso para dragar otros 19 millones de metros cúbicos. Parte de la tierra extraída fue vertida al mar del Coral y el resto se conservó tras un muro de contención. Pero este cedió y aquella acabó vertiéndose a la Gran Barrera de Coral.
Los pescadores han constatado que la fauna marina está enferma: los científicos lo atribuyen a los metales que fueron vertidos al mar con la tierra dragada del puerto.
Sudáfrica: La planta generadora de Kusile
En la provincia oriental de Mpumalanga (Sudáfrica) se alza la central eléctrica de Kusile, que funciona con carbón y, cuando esté terminada, estará entre las diez mayores del mundo. Se trata de un proyecto controvertido parcialmente financiado por el Gobierno estadounidense y del que se ha hablado por múltiples casos de corrupción.
El plan para construir Kusile y el proyecto gemelo Medupi (en la provincia de Limpopo) se remonta a los años posteriores al fin del 'apartheid', como una muestra de una nación libre, que crece, y que mejorará la vida de sus ciudadanos.
"Kusile y Medupi son ejemplos de infraestructuras a gran escala que los países veían como modelo de desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial. Se entendían estos proyectos como transformadores, pero es un modelo que ya no tiene mucho sentido hoy en día", afirma Janet Redman, directora de un programa sobre cambio climático del Instituto de Estudios Políticos de Washington DC.
Solo la planta de Kusile generará 36,8 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que unido a las emisiones de Medupi, incrementará las emisiones de Sudáfrica un 16%. El impacto en las ciudades y pueblos cercanos será inmenso: a la polución del aire por la quema de carbón y el aumento del tráfico, hay que sumar el agua que se necesitará para refrigerar la planta y que terminará con importantes pozos y humedales de la zona.
Siphiwe SibekoReuters
Mpumalanga ya ha sido designada zona de alta contaminación del aire. En todas la ciudades alrededor de Kusile se registran quejas por falta de agua, deforestación, problemas medioambientales y sociales: los hombres de la zona solo son contratados por las compañías para trabajos temporales porque los altos niveles de polución dañan sus pulmones.
"Antes teníamos madera de los bosques y agua de los pozos, cultivábamos vegetales en pequeños jardines. Teníamos cabras, vacas y gallinas y había un granjero blanco y la gente trabajaba en su tierra. Pero ahora no hay trabajos en la agricultura, no hay ni bosques y los pozos están secos o el agua es mala", dice Sibongile Sibeko, una mujer de 41 años y madre de cinco hijos.
Fuente:https://actualidad.rt.com
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