
Los cristianos católicos, quieran o no quieran, forman parte de una Iglesia que abraza los fenómenos paranormales. Por su propia naturaleza, la Iglesia ha plasmado lo paranormal en sus historias y acontecimientos. Milagros, visiones, profecías, el misticismo… estos son fenómenos paranormales, es decir, fuera de la normal. Y la realidad es que hay fenómenos para los cuales la ciencia ha tratado de encontrar explicaciones racionales, y que para millones de fieles no son necesarias, el origen es divino. Muy posiblemente el ejemplo más conocido es el de las estatuas, pinturas y otras obras de Jesús, María y los santos que parecen llorar o incluso sangrar. Una de ellas es la pintura de Jesús colgada en la Basílica de la Natividad, en la ciudad palestina de Belén, y que parece estar llorando lágrimas rojas.