
Estás sentado en frente de tu televisor por la noche y un extraño movimiento repentino en la habitación que te obliga a mirar hacia arriba. No hay nada allí. Unos momentos más tarde, ves de nuevo un movimiento rápido por el rabillo del ojo. Entonces comienzas a preocuparte, intentas buscar explicaciones lógicas, como falta de descanso, alguna bombilla de una lámpara fallando, e incluso efectos de luz de una fuente desconocida. Pero lo último que se esperaría ver es las llamadas “sombras oscuras”.