Existe una creencia generalizada de que una fotografía puede robar el alma, atraparla, aprisionarla dentro de los elementos orgánicos de la misma o de la propia fotografía digital. Esta creencia ha evolucionado de diferentes formas para muchas culturas, pero se cree que sus orígenes son de la creencia en el poder de los espejos. En el folclore, los espejos tienen el poder de robar almas. La superstición de romper un espejo y así llamar a la mala suerte se debe a la creencia de que un espejo contiene el alma y la ruptura causa daño al alma. En la antigüedad, los griegos, los romanos, los egipcios y muchas otras culturas utilizaban superficies reflectantes como los espejos para practicar la adivinación, la capacidad de predecir el futuro. Los espejos también eran considerados una parte importante de la religión y de la cultura maya. Se cree que los espejos abren portales dimensiones, lo que permite que los dioses y los antepasados accedieran a varios planos.