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viernes, 8 de enero de 2016

TUMBAS DE GIGANTES EN MARRUECOS!!!....increible!!....


gigantes marruecos génesis

Cuando pensamos en megalitos enseguida nos vienen a la memoria las colosales construcciones de piedra de Irlanda, Gran Bretaña y de toda la cornisa atlántica peninsular. Pero al otro lado del estrecho de Gibraltar, en las montañas del Atlas y entre las arenas del Sáhara, nos espera un mundo desconocido de tumbas megalíticas, petroglifos y otra serie de desconcertantes misterios arqueológicos, como los sepulcros de unos gigantescos dioses. Rafael Quintía ha viajado a este inhóspito territorio para investigar dichos enigmas.Por Rafael Quintía Pereira
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Partimos de Marrakech temprano, no había tiempo que perder. Teníamos por delante miles de kilómetros que recorrer, montañas que cruzar y desiertos que explorar. Comenzamos nuestro viaje hacia la cordillera del Atlas, allí donde el mito situaba el Jardín de las Hespérides. El décimo primer trabajo de Heracles, impuesto por Euristeo, el rey de Micenas, consistía en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Los griegos situaban este fantástico vergel en Occidente, al norte de África. Por su parte, el mitógrafo griego Apollodore concretaba todavía más su ubicación, indicando que el legendario lugar estaba en la cordillera del Atlas.
El Jardín de las Hespérides era el huerto de la diosa Hera, donde los árboles daban manzanas doradas que otorgaban la inmortalidad. Las encargadas de cuidar el mágico bosque eran las Hespérides, según algunas versiones hijas del dios Atlas, al que Zeus había condenado a cargar sobre sus hombros los pilares de la Tierra. Además, protegía el jardín un dragón de cien cabezas llamado Ladón.

DINOSAURIOS
Tras un día de ruta llegamos a la aldea de Zaouiat Ahnsal, en el corazón del Atlas marroquí. Esa noche tuvimos nuestro primer contacto con los relatos orales del pueblo bereber. Proseguimos nuestra aventura cruzando a bordo de todoterrenos las agrestes montañas del Atlas y vadeando ríos desbordados por el deshielo. Tras superar el puerto de Tassennt por una peligrosa carretera que discurre a centímetros del abismo, entramos en el pueblo de Imilchil que, a 2.200 metros de altitud, se emplaza en las duras y desoladas mesetas del Alto Atlas central, en el valle de Assif Melloul. En ese pueblo, considerado la capital de la tribu bereber Ait Hadidou, hicimos noche.
En los alrededores de Imilchil todavía son visibles las huellas que dejaron sobre la roca los dinosaurios que habitaron esas tierras. Sus pisadas evocan al dragón Ladón que guardaba las Hespérides. Pero Imilchil presenta bastantes más encantos. Desde aquí uno puede adentrase en las montañas para visitar asentamientos neolíticos. Sus antiguos habitantes utilizaban como refugio las numerosas cuevas del Atlas. El bereber Zaid, experimentado guía de montaña, nos llevó a contemplar los restos arqueológicos que había encontrado por estas cumbres. Hachas pulimentadas, molinos de mano, morteros de piedra, vasijas y demás objetos yacen olvidados en las cuevas y graneros neolíticos, excavados en peligrosas paredes a los que solo se puede acceder escalando…


Fuente: http://www.xn--revistaaocero-pkb.com/

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